¿Cómo hace uno para vivir en el barrio El Calvario y que no le pase nada? Relato de Jaime Barona, residente por 66 años.
“Les voy a decir esto… ahora me asusté. Cuando llego el funcionario de la Emru porque yo ya me iba para la calle, cuando me llamaron: - Jaime, el viaje ya está listo - ¿cuál viaje? ¡Cómo así tan de repente! ¡yo no he acomodado nada!. ¿Qué va a pasar hoy? ¿Vamos a bailar o qué? exclama don Jaime Barona entre risas… le preguntan que si alguna vez pensó en vivir en hogar geriátrico y explica que tomó la decisión porque además de estar solo, a los 83 años, no tiene la misma movilidad y vitalidad que tenía cuando llegó al barrio El Calvario, hace 66 años; ha decido irse con el compromiso de que Patricia, la vecina que le brindó la mano por tantos años, no se olvide de visitarlo.
Jaime, reconoce que sintió varios miedos; el primero, cuando llegó con 17 años al barrio El Calvario, ante la imposibilidad de vivir con su familia, encontró en ese lugar, el espacio que lo acogió, le dio la tranquilidad y del cual nunca quiso salir porque siempre recibió mucha ayuda. En la calle, se volvió parrandero, consumió alcohol en exceso, bazuco y marihuana, hasta que su hija adoptiva, su ángel guardián Patricia, le ayudó a dejar “el maldito vicio”, gracias a eso, un vecino del sector lo acogió, le enseñó el arte de la pintura, ahí estuvo trabajando un tiempo, hasta que decidió vivir solo y dormir en una pieza.
¿Cómo recuerda el Centro? - El Calvario era una maravilla, no existían atracos cuando estaba la galería central, como 1960 o 1970, me gustaba la parranda, me gustaba hacer maldades, beber, porque el centro de mi época estaba muy bien, no estaba en ese deterioro, yo vi hacer todos esos edificios - el tiempo que consumió mucho – cuenta don Jaime.
Nacido en Cali, en el barrio Primero de Mayo, de su familia dice no querer acordarse “ellos son harina de otro costal”, afirma. Siempre le gustó vivir solo, no se preocupó por buscar a sus padres, varias veces intentó tener familia y establecerse, tuvo un hijo que falleció cuando era pequeño, de su mujer no volvió a saber nada. Alguna vez, por amor fue a parar hasta Bogotá, y de allá se devolvió, porque su compañera era “insoportable” - nunca la busqué y no quería que me viniera a buscar - afirma.
¿Cómo hace uno para vivir en El Calvario y que no le pase nada? - yo no me metía con nadie, siempre me aconsejaron estar alejado de los problemas para poder sobrevivir, recordando con alegría cada detalle de su barrio, “los patrones” del barrio ya se murieron y ninguno se metió conmigo - Ahí fue que bote mi juventud – entre risas, explica.
¿Qué es lo que le gusta del barrio El Calvario? - Muy sencillo – responde - muchas personas le ayudan a uno, lo buscaban para darle el almuerzo, siempre pendiente de Jaime, nunca tuve problemas – al mismo tiempo que exhibe su cuerpo y muestra que no tiene ninguna cicatriz.
Frente a su decisión de irse para el hogar geriátrico, tuvo muchas dudas: aunque Patricia, le explicaba que era la mejor decisión, debido a que dejaría de “pagar la pieza y de estar expuesto a que lo mataran por robarlo”, muchas personas le dijeron que como se le ocurría, que eso equivalía a estar en una cárcel… “tantas cosas me decían que me daba miedo”, explicó. Pero con el tiempo, fueron más personas las que se unieron a Patricia, al estar sin su familia, solo, no contar con una pensión y entendiendo que a pesar de la gran lucidez que goza, su cuerpo se deteriora y por ende su salud, como proceso natural de los seres humanos, Jaime comprendió y acepto la invitación de la Empresa Municipal de Renovación Urbana – Emru, para realizar su traslado.
¿Cómo se imagina el sitio a donde usted va? no lo conozco, pero yo siempre he encontrado personas con buen corazón y buena voluntad. “Ya se me quito el susto con la Emru” – comenta mientras sonríe.
El funcionario de la Secretaría de Bienestar Social Municipal, arriba al Punto de Atención a la Comunidad de la Emru, preguntando por don Jaime; además de la bienvenida, el funcionario le explica que es hora de iniciar una nueva etapa en su vida, una etapa de bienestar y vivienda digna; como le explicó Patricia y los funcionarios previamente, su traslado será para un espacio muy agradable, con servicio médico permanente, en donde no pagará arriendo, no le faltará la comida y donde siempre lo podrán visitar, y como Don Jaime no es un hombre de “problemas”, podrá adaptarse de forma permanente.
Es el último día en el barrio El Calvario y por supuesto que hay nostalgia, hay temores, pero también hay esperanza. Jaime le agradece a los funcionarios Emru, Bienestar Social y a la Alcaldía de Cali, por todo el tiempo que le atendieron, se va con un reconocimiento económico y sabe que no va a estar solo. Con la implementación del proyecto Ciudad Paraíso, en el centro de Cali, varios adultos mayores, residentes de la zona y en condición del alta vulnerabilidad, ya se trasladaron; algunos se fueron a conocer el mar, salen de paseos, consiguen pareja y permanecen en actividades de diversión y esparcimiento, pero lo más importante, son una gran familia: muchos de ellos, vecinos de Jaime, le mandaron saludes y lo están esperando.
Nathalia Arboleda Rivadeneira
Comunicaciones EMRU
Empresa Municipal de Renovación Urbana. EMRU E.I.C, comprometida con la transformación positiva de la ciudad.
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